martes, 22 de marzo de 2011

La Odisea


Dijo, y enderezó la amarga saeta hacia Antínoo. Levantaba éste una bella copa de oro, de doble asa, y teníala ya en las manos para beber el vino, sin que el pensamiento de la muerte embargara su ánimo: ¿Quién pensara que entre tantos convidados, un sólo hombre, por valiente que fuera, había de darle tan mala muerte y negro hado?

martes, 1 de marzo de 2011

¡Oh, Troya!

Ya estabamos allí, en aquella inmensa playa, era increible. Tenía unas grandes palmeras las cuales hacian una sombra increiblemente apacible en la que cualquiera sería capaz de quedarse tumbado para toda la vida contemplando las olas del mal.El agua de la playa era clara y cristalina que hasta la mínima sombra se podría reflejar. Aquella playa tenía una arena rojiza, que con tan solo tocarla se pegaba el color a tu piel. Unos pocos metros más lejos encontré unas rocas redondas las cuales tenían diferentes colores y texturas, cogí un par de piedras y me las guardé en una bolsa por si me harían falta en la batalla. Tanto rato estuve contemplando aquella maravillosa playa que ni me percate de la inmensa muralla que potregía Troya, era tan grande que ni el caballo que habíamos construído era tan grande como ella. Parecía muy fuerte e imposible de derribar, aunque nuestro plan no era ese. Tras contemplar la playa y la muralla comenzamos a montar nuestro campamento para planear el asalto a la gran Troya.